22 de agosto día Mundial del FOLKLORE y día del FOLKLORE ARGENTINO

ORIGEN
La palabra "folklor" fue creada por el arqueólogo inglés William John Thoms el 22 de Agosto de 1846. Etimológicamente deriva de "folk" (pueblo, gente, raza) y de "lore" (saber, ciencia) y se designa con ella el "saber popular". La fecha coincide, en Argentina, con el nacimiento de Juan Bautista Ambrosetti (1865-1917), reconocido como el "padre de la ciencia folklórica".

El romanticismo del siglo XIX reaccionaba contra el intelectualismo de épocas anteriores y permitía así surgir el estudio sistemático y metódico de las manifestaciones culturales del pueblo, es decir, del folklore. Así William John Thoms crea el vocablo folklore, que vio la luz el 22 de agosto de 1846. La primera revista de corte científico dedicada al folklore, fue Folklore Record, publicada entre 1878 y 1882 por la Folklore Society de Londres, institución surgida hacia fines de ese siglo. El Primer Congreso Internacional de Folklore se realizó en la ciudad de Buenos Aires en 1960. A dicho evento, presidido por el argentino Augusto Raúl Cortazar, asistieron representantes de 30 países que instauraron el 22 de agosto como Día del Folklore. El emblema que representa a los folkloristas argentinos - elegido por el Primer Congreso Nacional del Folklore en 1948 - es el árbol, porque el folklore también hunde sus raíces en la tradición, sus ramas representan el pensamiento, el sentido y la imaginación por un lado y la obra de las manos, es decir la creatividad artesanal por el otro. Las escasas hojas representan la juventud primaveral de la ciencia. Las palomas, la unión de lo material con lo espiritual en la amplitud del folklore. El tronco y ramas están envueltas con una banda que dice: Qué y cómo el pueblo piensa, siente, imagina y obra. Este emblema fue ideado por Rafael Jijena Sánchez.
(Fuente: El Folclore en la Educación, de Rosita Barrera. Edic. Colihue, 366 pág. Bs. As., 1988)


"Padre de la Ciencia Folklórica".


Paleontólogo, arqueólogo e historiador. Nació en Gualeguay, provincia de Entre Ríos, el 22 de agosto de 1865. Fue el iniciador en el país de la exploración arqueológica con criterio estrictamente científico y el primero en realizar estudios sistemáticos del folklore nacional por lo que fue llamado el "Padre de la Ciencia Folklórica". Fue profesor de arqueología americana y director del Museo Etnográfico de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, que hoy lleva su  nombre y discípulo del gran naturalista Eduardo Holmberg, quien lo impulsó al estudio de las ciencias naturales; bajo la dirección del Profesor Pedro Scalabrini, también se transformó en un destacado zoólogo y paleontólogo, lo que le permitió colaborar con el Museo de Paraná (Entre Ríos) organizando la sección de Paleontología, y en Buenos Aires, donde Ameghino lo designó al frente de la sección Arqueología del Museo de Historia Natural.
En 1906, cuando se desempeñaba como profesor de Arqueología Americana en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, fundó y organizó integralmente el Museo Etnográfico, aportando su colección personal de más de 20 mil piezas arqueológicas. El Museo Etnográfico fue la primera institución dedicada a esa disciplina en el país. En el marco de las ideas positivistas imperantes, Ambrosetti orientó al Museo en dos direcciones: por un lado, a la investigación y a la formación universitaria superior y, por el otro, a la educación del público en general. La primera causa estuvo corporizada en los trabajos en el noroeste argentino. Para la segunda, constituyó colecciones que debían presentar un panorama universal de las sociedades primitivas. Para esto, Ambrosetti financió viajes e investigaciones, estimuló donaciones y adquirió piezas arqueológicas.
Estudió costumbres y creencias de las culturas precolombinas y halló ciudades prehistóricas como La Paya, en Salta. En 1908 dieron fruto las vastas investigaciones arqueológicas que venía realizando desde tiempo atrás en el noroeste argentino: En Tilcara pudo identificar una antigua población indígena. Desde entonces, en aquel lugar de la Quebrada de Humahuaca, se realizaron excavaciones en forma prolongada y sistemática que aportaron un rico material arqueológico y antropológico, revelador de toda una antigua cultura. Este hecho significó una piedra fundamental para la naciente arqueología nacional.
Es uno de los sabios precursores del estudio del "folklore" argentino. Su libro "Supersticiones y leyendas" constituye un valioso aporte para el conocimiento de la cultura calchaquí. Salvador de Benedetti, ha escrito: "Ambrosetti, en la historia del pensamiento argentino, tendría que aparecer como creador de tendencias de orientaciones nuevas, y como padre de un obra que no ha de perecer, aun cuando le haya tocado actuar en una época, que casi podríamos llamar precursora de la Arqueología Argentina". Siempre sintió atracción por el noroeste argentino, tal Samuel Lafone Quevedo. En su viaje a Tucumán descubrió los famosos "menhires" de Tafí, que describe en uno de sus libros.
En la multifacética obra de Ambrosetti -que comprendió una enorme gama de estudios históricos, etnográficos, lingüísticos, arqueológicos y antropológicos- se incluyen trabajos sobre supersticiones y leyendas, sobre historia, lenguajes indígenas o utilización de metales en la zona de los valles calchaquíes. Fue, como se dijo anteriormente, pionero en el estudio del folklore nacional y en utilizar el término en sentido estricto, es decir, definido como "el conjunto de tradiciones, leyendas, creencias y costumbres de carácter popular, que definen la cultura de una determinada región".

Siendo ya una figura destacada de la ciencia nacional, Ambrosetti fue designado Doctor Honoris Causa por la Universidad de Buenos Aires, en 1910. En aquel momento, ya era reconocido en los ámbitos científicos de América y Europa y había representado al país en numerosos congresos científicos internacionales.
La labor iniciada por Ambrosetti en el Museo y en Tilcara fue asumida, luego de su fallecimiento, por su discípulo Salvador Debenedetti. Ambos son considerados los iniciadores en el país de la ciencia arqueológica (la extensa obra de Ambrosetti quedó documentada en más de setenta publicaciones que constituyen el primer testimonio argentino de esa disciplina).
Entre sus obras se pueden citar: "Los monumentos megalíticos de Tafí del Valle (1896)", "La civilización calchaquí", "Los cementerios prehistóricos del Alto Paraná", etc. Murió en Buenos Aires el 28 de mayo de 1917.

Fenómenos folklóricos


La palabra Folklore (voz inglesa , compuesta, creada por William J. Thoms: folk, significa popular; lore significa - referido al pueblo - ciencia o saber ) se refiere al conjunto de las tradiciones, creencias y costumbres de las clases populares.
El folklore no deriva de la naturaleza intrínseca de los bienes o fenómenos. Nada es folklore por fatalidad de su esencia, sino que se convierte en folklore debido a una peculiar asimilación cultural, a una típica actitud colectiva frente a ellos.
En consecuencia el folklore debe ser concebido como un proceso, no como un hecho estático e inmutable. Nada es folklórico por el sólo hecho de existir, sino que llega a serlo si se cumplen las etapas y condiciones de la trayectoria.
El criterio que no debe faltar para apreciar lo folklórico es el de relatividad y especialmente: a) espacial o geográfica (cambios por localización en regiones distintas; b) temporal (cambios a traves de épocas y períodos históricos: de ahí la distinción de folklore en estado naciente, folklore vigente, folklore histórico); c) cultural (traspasos de un estrato social a otro, cambios de función, etc; por ejemplo, fenómeno folklórico que se transforma en proyección, "proyecciones" que dan origen a nuevos fenómenos folklóricos, tras culturaciones procedentes de niveles superiores e inferiores, etc.).
Lo fundamental y característico de la cultura "folk" es que gran parte de los elementos que la constituyen proceden de civilizaciones y culturas pretéritas, asentadas en centro urbanos y radiantes, por lo común alejados.
El término "folklore" tiene diversas acepciones, comúnmente no diferenciadas en el uso corriente:
1. Como "complejo", "conglomerado" o "contextura" integral de fenómenos folklóricos funcionalmente trabados en un ámbito determinado (lo que suele llamarse el folklore de tal lugar, región, provincia o ámbitos folklóricos).
2. Como fenómeno particular que integra ese "complejo" y que puede ser identificado y aislado mediante el análisis (las danzas, las supersticiones, las fiestas, etc.)
3. Como proyección.
4. Como "trasplante", término elegido para denominar a la expresión que, habiendo sido originariamente fenómeno folklórico, es trasladada de su ámbito geográfico y cultural por quienes fueron sus propios portadores y protagonistas, a otros ambientes, por lo general urbanos, donde es cultivada en forma personal o en el seno de círculos familiares, de amigos, de compatriotas o paisanos, perdiendo en consecuencia, alguno de sus rasgos originarios.
5. Como elemento trasculturado, proveniente de un "complejo" que pasa a integrar el patrimonio cultural colectivo propio de otra cultura, habitualmente urbano, con lo que dicho elemento modifica lo que su función y matiz regional sin llegar a imprimir carácter y fisonomía distintos a la cultura que lo absorbe. (supersticiones, amuletos, refranes, etc).
6. Como ciencia: el estudio sociológico e histórico - filosófico del alma popular, cuya expresión es el, precisamente el Folklore.


La ciencia del folklóre en Argentina
La voz Folk-Lore aparece por primera vez en Argentina, hacia 1886, cuando la emplea Samuel A Lafone y Quevedo a principios de 1887 en la introducción a su libro Londres y Catamarca, cartas a La Nación, 1883-84 y 85 (Bs. As, 1888), que no es una obra de carácter folklórico, en general. El libro es anterior a un concepto cabal del autor sobre la ciencia.
No extrañe la confusión del Folklore con la Etnografía o con la Arqueología.
En 1893 se publica el primer trabajo folklórico propiamente dicho: Materiales para el Estudio del Folk-lore misionero de Juan Bautista Ambrosetti, en la Revista del Jardín Zoológico de Buenos Aires (1893).
Meses después, en el mismo año, Ambrosetti publica Apuntes para un folk-lore argentino (Gaucho) en la misma revista. En 1895 publica su conferenciaLa región vinícola de la provincia de Salta, en el Boletín del Instituto Geográfico Argentino. Continuó con Costumbres y supersticiones en los Valles Calchaquíes (Prov de Salta) y Contribución al estudio del Folk-lore Calchaquí, que aparece en los Anales de la Sociedad Científica Argentina(1896).
En 1896 escribe La leyenda del Yaguareté-Abá (El indio tigre).
Luego se atribuyó al rótulo Folklore, significados que no tiene: el teatro, por gauchesco que sea, no es una rama del Folklore.
Más tarde Joaquín V González, quien habló tantas veces de la tradición oral, comentó leyendas, describió costumbres, música y vivir rural, descubre que ésta era materia de una ciencia que él nunca había nombrado. Lo hace en la introducción al libro de Martiniano Leguizamón Recuerdos de la tierra (Bs. As, 1896), donde habla con cierta extensión del Folk-lore "ciencia y arte fecundísima", al decir de él.
Alberto Williams utiliza fugazmente el término en su Estética Musical y Conciertos Sinfónicos (1896). Se difundía más la palabra que la propia ciencia.
Luego se incorpora un nuevo estudioso al movimiento: Adán Quiroga, autor deCalchaquí (Tucumán, 1897) quien se inicia en la nueva disciplina con su conferencia Folklore Calchaquí, en el Instituto Geográfico Argentino, el 12 de julio de 1897. la parte principal de sus estudios folklóricos se publicó enFolklore Calchaquí, en 1929, a instancias de Ricardo Rojas.
El iniciador de la ciencia del Folklore en Argentina, fue entonces, Juan Bautista Ambrosetti.
Carlos Vega: La Ciencia del Folklore (Edit Nova, Bs. As, 1960)


Folklore Gauchesco
La existencia propia de los gauchos llegó a adquirir en ambas bandas del Río de la Plata, hacia el s XVIII, una tipicidad suficientemente reconocida como para que fuera posible distinguir, en el panorama social de entonces, el género de vida peculiar de ese tipo humano, consustanciado con el ambiente de las pampas. Los múltiples aspectos de ese mundo agreste, ya se refieran a la indumentaria o la comida, a la equitación o las faenas, al habla o las supersticiones, a la poesía o las costumbres, configuran una cultura tradicional, popular (o de tipo folk, como dicen los técnicos) y funcionalmente regionalizada en las llanuras rioplatenses.
Tales manifestaciones, cumplido el proceso de diferenciación típica en el medio social, a lo largo de etapas que acaso se inicien en el s XVII para culminar en el XIX, constituyeron lo que con riguroso sentido actual llamaríamos folklore gauchesco.
En él se advierten, según el análisis que podemos hacer sobre la base del amplísimo material disponible, los rasgos caracterizadores que, en todas las épocas, regiones y circunstanicas, configuran la fisonomía de lo folklórico. Vale decir, que el patrimonio cultural del gaucho auténtico, estuvo integrado por fenómenos populares (propios de la cultura tradicional del folk), colectivizados (socialmente vigentes en la comunidad), empíricos (captados por la experiencia y no por aprendizaje teórico), funcionales (aptos para satisfacer necesidades colectivas), regionales, transmitidos por medios no escritos ni institucionalizados (por la palabra y el ejemplo y no por el libro ni la escuela), tradicionales y anónimos.
Cuando, dentro del complejo conjunto de estas expresiones de vida gauchesca (en el orden material, social, espiritual, etc) es menester aludir a un sector determinado, debemos precisarlo con el adjetivo que corresponda: folklore musical, coreográfico, religioso, paremiológico, etc. el folklore así diferenciado, será el que agrupe las manifestaciones de esa índole que hayan cumplido todas las etapas del proceso cultural aludido y resulten populares, tradicionales, anónimas, etc.
Lo que interesa destacar es que se trata en primer término, sustantivamente, de folklore; luego, en segundo lugar, determinadas con el adjetivo, las especies a las cuales nos estamos refiriendo entre las múltiples que aquel sustantivo comprende.
Frente a este caso tan peculiar y determinado, traigamos a cuento las obras, de los más diversos géneros, cuyos personajes, temas, ambientes, etc, han sido tomados del tesoro tradicional y de la vida consuetudinaria del pueblo, es decir, del folklore. Éste proyecta sus reflejos, en todas las épocas de la historia de la civilización, a las más variadas manifestaciones de la cultura, ya sea poesía o música, teatro o cinematógrafo, industria artesanal, artes plásticas o televisión y, en general, alcanza hasta los planos de la política y las concepciones estéticas y filosóficas.
Estos elementos populares y tradicionales en la obra creadora individual, deben ser distinguidos del fenómeno folklórico originario, auténtico, que sirve de germen inspirador. Es cierto que su influjo puede trasuntarse en los ambientes, tipos, formas, estilo y espíritu de las obras que reconocemos como creaciones propias, determinadas e instranferibles de creadores individuales, pero no podemos decir que sea folklore un lied de Schubert o las expresiones refranescas de Sancho o las escenas de un drama rural, o los tejidos industriales que estilizan motivos de la decoración tradicional.
Para facilitar estos deslindes, se habla de fenómenos folklóricos por una parte y, por otra, de proyecciones de folklóre. Éstas son la expresión de aquél, pero reflejadas fuera de su ámbito cultural, por la acción de personas determinadas o determinables que se inspiran en la realidad folklórica, cuyo estilo, formas, ambientes, etc, trasuntan, reelaboran o estilizan en sus obras, destinadas al público en general, preferentemente urbano (cuando no a refinadas élites), al cual se transmiten por los medios institucionalizados que la técnica pone en cada caso y en cada época, a su servicio.
Augusto R Cortazar

¿QUE ES EL FOLKLORE?
Desde hace tiempo, largo ya, que se habla de: el folklore se tiene que actualizarno salen nuevas piezas folklóricas, etc. Estos comentarios, avalados por muchísimos comunicadores sociales y especialistas (sic), ya se han vuelto como una especie de sabiduría popular, llevando a muchos - por no decir casi todos- de los argentinos, a la creencia de que el folklore es algo que debe ser renovado, o que exige una renovación. Se pretende que, por ser jóvenes los que hoy mayormente manifiestan públicamente la pretensión de hacer folklore, el mismo tiene obligatoriamente que ser actualizado (sic).
Es frecuente escuchar a periodistas -o comunicadores sociales dedicados a ello - hablar de que el folklore no se renueva ó debe renovarse, expresiones que son comunes, incluso hasta en esos festivalesfolklóricos, que miden su éxito o fracaso en función de cuán moderno y actualizado es el folklore. Hasta se ha escuchado decir cosas comofolklore antiguo, como si el folklore pudiera ser moderno. ¡Esto es una antinomia!
Planteado en términos científicos es, sencillamente, un absurdo.
Cuando se ha entrado en una exaltación de la moda del folklore (?) nacional; cuando se habla constantemente por los medios de comunicación, de una resurrección del folklore, no queda otra que efectuar algunas reflexiones sobre el particular, realizando un enfoque científico del folklore en beneficio de la cultura.
La palabra folklore deriva de una conjunción de palabras anglo-sajonas, que significan: folk: gente, raza, pueblo, tribu, nación; y lore: erudición, saber, enseñar, lo que el pueblo sabe. Fue utilizada por primera vez por Williams John Thoms el 22 de Agosto de 1846, en una publicación de la revista Athenacum, resumiendo una definición de todo aquello que involucre la cultura de los pueblos y su indiosincrasia, a través de los tiempos. Dentro de las definiciones, la más aceptada es: ciencia que estudia la tradición en los pueblos (Saintyves) . Cabe aclarar que, tanto por una cuestión de aceptación universal, más que nacional, se acepta que se escriba con k, pero es aceptado el escribirlo con c.
Folklore, con mayúscula, es la referencia a la ciencia, y con minúscula cuando
se emplea al material folklórico. En nuestro país los estudios folklóricos se iniciaron a fines de 1800, cuando se transforma como ciencia necesaria para una mejor comprensión del pueblo sobre sus tradiciones e historia.
"Generalmente se la conceptúa como la ciencia que trata de las manifestaciones o bienes culturales (costumbres, vestidos, danzas, etc.) del pueblo, que en él han arraigado y que han sobrevivido por varias generaciones a la época cultural a que pertenecieron". (Manual de Danzas Nativas, de P. Berruti)
Para que algo sea considerado folklórico, según la ciencia y los científicos estudiosos del tema, debe considerarse como tal tomando en cuenta tres aspectos esenciales :
a) ser anónimo,
b) popular (nacido de gesta acontecimiento popular); y posteriormente,
c) ser tradicional, o sea, haber cumplido todo un ciclo de adaptación y aceptación en la conciencia cultural de ese pueblo.
Es así entonces que, al ser muy difícil establecer como anónimo algo compuesto más acá en los tiempos, por más antiguo que sea, pasa a ser considerado no como folklore sino como valor tradicionalista; del saber popular, costumbrista, que sólo el paso del tiempo, (y dentro de un futuro muy lejano) y sólo eso, sin deformaciones de ninguna clase, lo podría transformar en folklore.
Pero tal motivo, no lo habilita con rigor científico para ser Folklore, sino en saber popular, que no es exactamente lo mismo.
Lo ignoto, lo que surge de leyendas o que tienen autores pero que se perdieron en los tiempos, de tradición oral, sin más pruebas que el saber que existe, que se recopiló de muchísimas costumbres ancestrales de las cuales no se tiene las referencias de quiénes fueron sus autores, es lo que DEBE considerarse Folklore.
Tomemos por caso, toda la obra prolífica de Don Andrés Chazarreta: la recopilación, pero no su autoría, de muchas danzas folklóricas, las que aún hoy son, y serán, anónimas y populares. Tenemos así, danzas como el El Triunfo, el Pala-Pala, el Sombrerito, los mismos orígenes de laChacarera y de la Zamba, etc. que surgieron netamente por espontaneidad del pueblo, y no porque a alguien se le ocurrió y la inventó, y si así fuera se desconoce.
Como ejemplo, citamos la Zamba de Vargas (música solamente), máximo exponente de lo que la ciencia cataloga como (música) folklórica, porque reúne las condiciones que se citaran, a saber: es anónima (surge repentinamente - a la orden - de los músicos en la batalla del Pozo de Vargas); es popular (surge de una gesta histórica, dentro del marco de las luchas fratricidas argentinas); y es tradicional, porque quedó incorporada al pensamiento popular y se mantuvo a través del tiempo.
El mismo caso se da con las coreografías de las danzas folklóricas, que por lo general reflejaban, y reflejan, un sentir de gentes para manifestar inquietudes, necesidades, aspectos costumbristas o de querer transmitir leyendas.

En concreto, en la mayoría de los casos, nacieron como necesidad de expresión, que se hizo tradicional y que por transmisión, como la oral, se muestra de otra forma: bailando, utilizando el movimiento corporal como manifestación del querer decir; como así también, para satisfacer las necesidades de socialización.
De aquí surge el baile expresivo, que tiene indudablemente una formación del lugar y tiempo en que se supone nació (esto es lo telúrico), y no unaggiornamento insólito de coreografías hechas por coreógrafos (sic), que más hacen parecer a nuestras danzas como si fueran españolas, húngaras o de cualquier otro país, que de las distintas zonas de nuestro país y zona de influencia.
El tiempo, y por acción de los hombres en particular los que comercian a costa de la tradición, algunos comunicadores (ignorantes o no), los profesionales formados con esta idea, no sólo han desvirtuado estas premisas, sino que han incentivado una expresión generalizada de que el folklore se debe actualizar, ¡Como si se pudiera actualizar! No es así: el folklore no se puede actualizar, porque deja de ser folklore.
Así de simple. Que se la llame música popular, de raíces folklóricas(.?), tradicionales, etc., es válido, pero jamás: folklore.
Se ha llegado al extremo de denominar a esas modernizaciones (sic), como proyección folklórica, en el sentido de una actualización (sic) del folklore. Craso error. La proyección folklórica es (según Rodolfo Assunçao, gran estudioso de la ciencia, en una conferencia en la Facultad de Arquitectura, en los 70's), bien entendida, sacar -proyectar- una pieza de su ambiente folk y trasladarla a otro lugar. Ejemplo: una chacarera tradicional de Santiago del Estero, tocada y cantada en San Luis. En la ciencia del Folklore a eso se denomina proyección folklórica.
Pero, bajo ningún punto de vista esto permite, ni habilita a nadie, desvirtuar la pieza en sí misma y se le hagan modificaciones instrumentales, coreográficas, se le agreguen instrumentos no adecuados, etc.
En este último caso, se trata simplemente, de un gusto particular que puede ser muy lindo, pero no es folklore. ¡Llamarlo folklore es una herejía científica! (valga el término). Nadie impide que se diga lo que se quiera, de lo que se hace ahora en nombre del folklore, pero ¡No es folklore!
En el mismo sentido, se encuentran los instrumentos utilizados. Uncarnavalito, una chaya, o cualquier otra pieza folklórica, se formó y musicalizó con instrumentos muy específicos. No se cree, ni se sabe a través de las investigaciones realizadas por muchos estudiosos, que loskollas hayan utilizado toda una serie de instrumentos modernos (sic), los cuales, se vuelve a insistir, pueden sonar muy lindo, pero al desvirtuarse el sentido primigenio, no es folklore. Y, aunque pese a alguien, el sentimiento que despierta una chaya que suena con una simple caja en la puna, no suena igual que la misma tocada con artefactos eléctricos, saxos, clarinetes y batería.
No se puede negar la belleza de una chaya o una copla norteña con sólo una simple caja, o de un cielito surero, con guitarra. Y eso sería folklórico, si reuniera todas las condiciones. Pero: agregarle un saxo a unachaya, no sólo es de mal gusto musical, sino que es un atentado a la ciencia y a la cultura, porque en definitiva es el pueblo el que cree que eso está bien, si no se le enseña previamente, qué es folklore, salvo claro está, que crea que es sólo moda o costumbres de viejos.
Es bello escuchar, todavía ahora, en esos pueblos perdidos de nuestra rica y exquisita geografía argentina, que no están inficionados pormodernismos, a los paisanos cantar y tocar sus canciones con instrumentos nativos.
Unicamente de esta forma, al escuchar un erke, violín de una cuerda, una flauta de hueso, una quena, un siku, un tambor de agua, un bombolegüero, un kultrun, una flauta de pan, una tarka, una anata, un erke, etc., instrumentos que permiten expresarse a sus ejecutantes con sus sonidos particularísimos, se puede entender medianamente, qué quisieron dar a entender por sus autores ignotos. Cuál era el sentir del pueblo. Qué quería decir y qué expresaba ese ignoto hombre (sus alegrías, penas, rigores, sentimientos religiosos, etc.)
Los instrumentos no siempre eran producto de la casualidad; estaban fabricados en función de los medios para resaltar lo que se quería demostrar, decir, manifestar, etc.
Si se dio la incorporación y el uso ya tradicional de guitarras y violines, de pianos y acordeones, simplemente fue porque se aceptaron desde hace muchísimo tiempo como costumbre -desde la colonia - y en algunos casos para reemplazar a otros, como el acordeón, lo cual pasó a ser tradicional, pero aún hoy, no se ponen de acuerdo los estudiosos si se pueden considerar instrumentos folklóricos. O sea: ¡Todavía no se han puesto de acuerdo si a la guitarra de origen árabe-español se la puede considerar instrumento folklórico!.
Sólo basta imaginarse que, si todavía no hay acuerdo científico sobre esto último, qué se puede pensar sobre la batería eléctrica, la guitarra eléctrica, el charango eléctrico japonés (?). ¿Si suena lindo? Puede ser. Es agradable escuchar un ritmo de chacarera bien hecho con una instrumentación de este tipo: pero, es sólo eso: un ritmo (soportable en algunos casos) y no es folklore. Y, sobre gustos no hay nada escrito, pero el mismo está sujeto muy ligado a la educación y a la cultura. Es un rasgo del espíritu que quiere reflejar fielmente y valorar la ciencia y el arte, y no porque me lo dicen los medios de comunicación, salvo que sea un estudioso o experto del tema, cuestión que no se observa mucho últimamente, y si alguno aparece algo pasa, porque no dura mucho o loborran por aburrido (sic).
Ni qué decir, cuando se toma a una pieza (folklórica o tradicional), y se la deforma con arreglos muy particularizados por sobre la verdadera intención del autor (de mucho uso esta costumbre hoy en día). Es muy feo escuchar la Zamba de Vargas con estilo de vals vienés, o como se escucha mucho últimamente, a un ritmo alocado rockero (sic).
¿Si gusta? Sí, hasta puede ser linto. Pero, aunque se insista, no es folklore.
En cuanto a la danza, específicamente, es bastante lo que hay que decir. Pero, bien vale, antes de continuar, hacer una reflexión sobre la palabra y el significado de GAUCHO, porque es importante para tener una mayor comprensión panorámica del tema.
Permanentemente se escucha decir que el gaucho bailaba. Realmente no es bueno que se trate tan livianamente esto, como si el gaucho fuera el sinónimo de folklore, o de quién era la esencia del folklore.
En primer lugar, el gaucho, nunca (o casi nunca) bailó. El que bailó - y baila - es el PAISANO, que es otro personaje, el cual, por costumbrismos, se lo identificó con el gaucho, pudiendo ser aceptado por ciertas estructuras antropológicas y costumbristas; pero cabe destacar que, por principio no es lo correcto, lo que se puede estudiar y profundizar, leyendo a cualquiera de los muchos autores sobre el tema (poco leídos por cierto).
Según estudios realizados por verdaderas autoridades de la ciencia del folklore, estudiosos del fenómeno del gaucho, palabra cuya raíz etimológica puede ser: gauche, palabra de origen galo que significa: paria, y hay otros que dicen que es derivada de guacho, que en quichua quiere decir: paria, huérfano; se define como: dícese de quiénes vivían una vida solitaria, como techo el cielo, y que por lo general no tenía familia. Que vivía como podía, muchas veces matrereando. Otros creen que puede derivar del portugués, cuestión que el autor no adscribe.
"...hoy se les designa, como a todo campero, como a gauchos, cuando en realidad para nuestros antiguos habitantes de la campaña tal término era un agravio, ya que gaucho era el paisano huido o hecho matrero..... ". (Alfredo Vitón 2ª Ed. Fausto Molina Campos)
Pero también, es ese mismo individuo que sirvió tantas veces a su país (a veces compulsivamente, como en las guerras civiles, cuando los ejércitos realizaban levas), y son muchas las gestas que lo vieron entregar su sangre, heroicamente. Pero por lo general, no iba por propio gusto.
Es ese mismo gaucho que al decir de Domingo Faustino Sarmiento, crueles palabras, en carta a Mitre: No trate de economizar sangre de gaucho - le escribió - ; éste es un abono que es preciso hacer útil al país. La sangre es lo único que tienen de humano, porque lo consideraba indigno de ser una persona y menos argentino. Este no es el caso que se trata, pero es bueno tenerlo en cuenta, porque identificaba el aspecto social del gaucho y qué se pensaba de él.

El gaucho, por su propia elección de vida, simplemente no tenía con quién ni en dónde bailar, porque no vivía en un centro urbano, en un medio social, requisitos indispensables, para tener acceso a fiestas, bailes, familia, etc. El genial José Hernández, en su Martín Fierro dice: Nací y me crié en una estancia, lo que lo erige instantáneamente en paisano, porque nació y se crió en un medio social como lo es una estancia, compartido con muchas otras personas. Es por eso que Martín Fierro, si se quiere, cumple tres etapas en su vida: paisano-gaucho-paisano (O sea: cuando nace y vive, cuando se escapa, y vive con los indios y matrereando, y cuando regresa al medio social).
"Generalmente los gauchos eran solteros, acostumbrados a vivir sin casa y sin arraigo, montando veloces caballos, sin carecer de alimento...( )...; vestidos con lo indispensable para no estar desnudos, sin mas ley que su voluntad en medio de las sombras de una pampa infinita,...( ) Iban formando las reservas, los contingentes que más tarde obedecerían la voz del caudillo, sin saber por qué ni para qué luchaban....De repente, respondiendo a su instinto nómada, a su deseo de libertad, ese hombre (el gaucho), típico exponente de las pampas, ya no se "hallaba" en el lugar; ya había permanecido a su entender bastante tiempo en él y entonces se iba,.... (Vida, época y obra de Manuel Belgrano - Ovidio Jiménez )
Así es que, según el rigor que exige la ciencia, no corresponde decir el gaucho que baila, sino el paisano que baila.
"...un outlaw, un squatter, un misántropo.. Es un personaje misterioso; mora en la pampa;
son su albergue los cardales; vive de perdices y mulitas.( ) A veces se presenta en la
puerta de un baile campestre con una muchacha que ha robado; entra en el baila con su
pareja, confúndese con las mudanzas del cielito y desaparece sin que nadie se perciba de
ello"
 (Facundo - Domingo Faustino Sarmiento)

De esta confusión, surge la ligazón entre gaucho y el baile folklórico. Y no es tan así: se reitera, el que bailaba -y baila- es el paisano.
Con un mismo razonamiento, pretender que la vestimenta que se usa actualmente haciendo creer que es de un gaucho, no sólo no lo es, sino que al existir fuentes habilitadas para un exacto estudio histórico, debería resultar necesario por quienes bailan como gauchos (?), conocer y estudiar. El paisano -y el gaucho mucho menos- si bien es cierto usaba sus mejores ropas (que eran bastante pobres por cierto) para bailar con una moza, lejos estaba de ser parecida, tanto en su confección como en los modelos, a las que se usan ahora y que alegremente se dice como tal.
Pero, si alguna vez bailó el gaucho, imaginen ustedes la comparación con las vestiduras
actuales.
Vestían poncho de lana teñida y chiripá, muchas veces sin calzoncillos,
sostenido con una faja raída y flecuda de lana y el facón en la espalda;
calzaban botas de piel de potro, hechos los talones del corbejón, dejando salir los dedos para agarrar el estribo, formado por un nudo de cuero; sombrero panza de burro.
¡No se respeta ni el estilo de las vestimentas regionales! Por caso -se ha visto -, bailar una cueca cuyana con ropa kolla (?), y ¡Encima con boleadoras, y un conjunto musical con bombo! (?). Cada quien puede disfrazarse como
quiera, pero, como ya se dijera, decir que es folklórico, gauchesco, tradicional, no es cierto. Y aquí el problema está, no solo en saber qué es Folklore, sino en que por moda no está bien tergiversar lo folklórico, lo histórico. Olvidarse, alterar o distorsionar la historia, nuestra idiosincrasia, a la larga se paga caro.
¿Y esto está mal? Sí; porque a la gente, al pueblo, hay que enseñarle bien y no hacerle creer que lo que se hace es folklórico.
Es increíble observar el zafarrancho que hacen muchos bailarines folklóricos (sic) hoy en día, que más parecen contorsionistas, cuando basta escuchar las músicas folklóricas o de raíces folklóricas, para darse cuenta de la cadencia de las mismas, que requieren de movimientos pausados y dirigidos con serenidad y galantería hacia la dama.
Asimismo -por caso- el paisano consideraba a las espuelas comoherramientas para su trabajo habitual, y por lo tanto, para él y para el medio social que lo rodeaba, resultaba una falta de respeto entrar a una casa/rancho con ellas puestas; se las quitaba y las colgaba fuera del recinto: en el alero y lo mismo hacía con las boleadoras. Consecuentemente, el paisano consideraba una falta de respeto bailar con espuelas o boleadoras; simplemente porque ya se transformaba en una ofensa hacia la dama y hacia los presentes (solía haber más respeto social que muchas veces ahora). Por eso, bailar con espuelas y boleadoras es incorrecto, si se quiere denominarlo folklórico. Y como correlato, así como un caballero se descubre ante una dama, igualmente nunca el paisano bailaba con sombrero, por iguales razones. El paisano, tenía y tiene aún en especial en pueblos del interior, un gran arraigo por la galantería.
Por supuesto, esto no quiere decir que no hubiese paisanos que tenían un poder adquisitivo (como se dice ahora) superior, o simplemente hombres paisanos que pertenecían a ilustres familias ganaderas de la época o eran paisanos de la ciudad. En ese caso, lógicamente, utilizaban ropas de mejor calidad, pero siempre respetando lo que resultaba conveniente para su uso, y no medido en moda; ergo: la ropa de paisano estaba diseñada para ser de utilidad para su vida cotidiana y no para bailar. En el mismo sentido, y como ya dijimos, jamás se le ocurriría bailar con sombrero puesto. Incluso, hasta el día de hoy, señores de los de antes, se descubren ante la dama (claro; cuando usan sombreros)
Sólo hay que imaginarse tal situación, para darse cuenta que no puede ser; además, hasta el día de hoy, los señores se descubren ante la dama (claro; cuando usan sombreros). Sólo hay que imaginarse tal situación, para darse cuenta que no puede decirse, graciosamente, que esas vestimentas al mejor estilo oriental que usan algunos bailarines folklóricos (sic), son folklóricas o representan algo de lo nuestro.
Obviamente se puede decir que en los grandes salones se utilizaba ropa de gala; así es, en efecto. Pero en esos salones señoriales, se bailaba otro tipo de danzas, más acordes que lo que en la época se denominaba dealta sociedad. Lo hicieron Belgrano y San Martín, entre gavotas, shotis, valses, etc., que surgían de la influencia de los salones europeos.
Pero, volviendo al paisano, muy lejos estaba de usar el tipo de ropa que se usa ahora tratando de decir que son bailes gauchescos (lo cual es doble el error).
Por lo general, el paisano surero, del centro del país y gran parte del norte, usaba la bota 'e potro o la alpargata. ¿Botas lustrosas y encima con taquito alto? Jamás, porque no las conoció. O porque no estaban a su alcance. Además, debemos convenir que ese tipo de calzado para nuestros criollos paisanos hubiera sido de lo más incómodo. (¿Alguien se puede imaginar a un paisano montando un redomón con botas contaquitos altos?).
¿Se puede diferenciar danzas flamencas, húngaras o árabes con pseudos bailes folklóricos (sic) argentinos en la actualidad?
Una chacarera NUNCA fue bailada con esa vestimenta. Si ahora se hace, y gusta, es aceptable, pero NO ES FOLKLORE. (Después de todo, cada quien hace lo que quiere y puede estar bien, pero lo que no se puede hacer es engañar)
En la ciudad de Tucumán, hace ya unos años, se realizó un Festival de Folklore, en el que concursaban delegaciones invitadas de cada provincia argentina (el suscripto formó parte en una de ellas). Estaba organizada y dirigida por un gran estudioso e historiador de nuestro acerbo popular, como lo es Fray Salvador Tomás Santore, op. Los requisitos para participar, eran: 1º) Que las danzas a bailar fuesen folklóricas y de la zona de la provincia que se representaba, permitiendo un 20% de danzas relacionadas con zonas aledañas. 2º) Que la vestimenta, fuera 100% de la usual en la zona y que se relacionara con el baile según a qué sector de la sociedad correspondía. 3º) Que la música fuera interpretada por instrumentos usuales en la zona. O sea que para participar en el festival de folklorehabía que estudiar folklore.
Un jurado de estudiosos de esta ciencia, tuvo a su cargo constatar estos requisitos y dar su veredicto.
Cada delegación tuvo casi ¡Un año! de estudio, búsqueda y confección de todos los elementos necesarios. ¿Puede imaginarse lo que esto significaba? Prácticamente ninguna provincia cumplió con la totalidad de los requisitos; los jurados fallaron por quien estuvo más cerca de lograrlo y que demostraron un mejor espectáculo telúrico. Incluso, no había escenografía y con
luces blancas sobre el escenario de la Caja de Ahorro de la Provincia de Tucumán ¿Es de imaginar esto así ahora, lo aburrido que sería?
¿El Gato de dos giros es cordobés o cuyano? ¿El Sombrerito es cordobés o jujeño? ¿El Pala-Pala es de Santiago del Estero, de Catamarca o tucumano? ¿Cuál era la más usual vestimenta de cada zona? ¿El catamarqueño usaba bota e'potro? ¿Y el santiagueño? ¿Y el paisano del sur de Buenos Aires? ¿Y el tucumano, salteño, etc.? ¿Cómo era el poncho salteño en épocas anteriores a Güemes?.
Realmente da pena escuchar que, alegremente, se diga que algo es una danza folklórica hoy en día, cuando no se sabe, verdaderamente, qué es lo que se pretende hacer con la interpretación. Se ve a pseudos folkloristas que por poco son directamente malabaristas (¡?) ¡Si por lo menos se hiciera algo parecido!
¿Bailar con espuelas, con lanzas (!), con boleadoras (!)?. Si se dice que es una versión libre ocurrida por una idea de alguien en particular, es totalmente aceptable; lo único que queda es que guste o no guste. Pero decir que es folklore, eso no es aceptable bajo ningún punto de vista.
Para obtener una comprobación, basta con asistir a cualquier peña o festival folklórico (.?) en el país, y ver lo que se hace en nombre del folklore. Ni que hablar cuando de turismo se trata (Lo penoso es que esto sale del país, en representación de nuestro folklore).
Volviendo al principio, entonces: decir que lo que se hace - mayormente en público y por los medios de comunicación - es folklore es, cuando menos, un desconocimiento del folklore. Se podría aceptar como música y danza popular argentina, por cierto. Pero no es folklore.
Es inadmisible eso de que el folklore se tiene que modernizar; avanzar con los tiempos. Esto, que es muy escuchado y divulgado por los medios de comunicación en especial, es imposible; así de fácil: IMPOSIBLE. Es lo mismo que decir: la Historia se tiene que actualizar (aunque como con el folklore, se falsea bastante).
Hay que reconocer que se hacen cosas muy bellas y lindas, conreminiscencias folklóricas, que dan mucho gusto para quien las escucha o las observa.
Se conviene en que no aceptarlo simplemente porque no es folklore, sería de necios. No aceptar que grandes de la música popular argentina, comoLos Hermanos Abalos, Los Chalchaleros, La Tropilla de Huachi Pampa, etc, fueron -y son- referentes de la música tradicional y popular argentina, sería ridículo, pero..., si a éllos, con recursos limitados (como los que tenía el paisano), haciendo cosas tradicionales argentinas, los estudiosos no lo consideran bajo ningún punto de vista como folklore simplemente porque no reúnen las condiciones científicas necesarias, decir que lo que se hace ahora, modificar lo modificado es folklore, se trata, cuando menos, de un desconocimiento supino.
Ahora bien; si esto eleva aplausos, exaltaciones populares,está muy bien. Que gustan más las baterías y guitarras eléctricas que los instrumentos originales, es sólo una cuestión de gusto, lo que es totalmente válido.
Igualmente, pretender que se haga folklore puro, también sería algoilógico. Eso está reservado para quienes tienen la pasión del estudio, y a nuestro juicio, sería algo aburrido, por supuesto. Pero, ya que no se puede hacer folklore puro, al menos tratemos de respetar lo máximo posible nuestro acerbo popular. Degenerarlo, y llamarlo folklore, es una aberración.
Bajo ningún punto de vista se pretende anatematizar a la música popular actual; por supuesto que no; sería ridículo, más allá del gusto en particular. Pero, decir que es folklore, eso es engañar a la gente, y mucho menos se contribuye a enseñar.
Muy bueno sería que especialistas en el tema (que no son los que saben de autores, títulos, discos, ventas, festivales), aquellos que efectivamente sepan, enseñen esto en muchos lugares habilitados, como: escuelas, instituciones culturales; a través de programas de folklore en emisoras radiales y de TV.; Hasta ¡En festivales pseudo folklóricos!
Hacer que la gente conozca más de cerca qué es folklore y qué significa. ¡Qué bueno sería para nuestra cultura!.
Desvirtuar al folklore diciendo que lo que se hace actualmente es folklore, está reconociendo la incapacidad del estudio de la historia y de nuestro pasado. Folklore viene del pasado y es del pasado, para comprender el presente y hacer mejor nuestro futuro, por eso, y como ya se dijera,no se puede actualizar el folklore.
Esta reseña, bajo ningún punto de vista trata de ser una lección académica. Simplemente se trata, después del estudio de muchos autores especializados, tanto de esta ciencia como de la Historia Argentina -en general- de que comprendamos que no debiera confundirse -como se dijera anteriormente en reiteradas oportunidades- la música popular de raíces folklóricas (definición que nos gusta) con folklore. Sería muy bueno que los medios de comunicación, cuando tengan la oportunidad de citar aspectos relacionados, lo hagan lo más acertadamente posible, así se cumple una de las premisas básicas que tienen, de informar y formarcorrectamente al pueblo.
Hacer folklore no es volver al pasado sino, por el contrario, traer el pasado histórico, costumbrista, que significa rescatar los valores culturales del pueblo (tan declamado en la actualidad y tan poco respetado culturalmente).
Por eso es que resulta incomprensible, cuando se escucha decir:debemos mantener y rescatar los valores nacionales y, seguidamente, se acepta que el folklore se modernice. Sinceramente, no. Es una contradicción.
Y por último, una breve definición de la palabra criollo, porque también se ve bastante desnaturalizada. Su definición, escueta, pero que implica un sinnúmero de análisis sobre el estudio del folklore, sería: hijos de europeos nacidos en América.
La Historia -la buena y más acertada Historia narrada por buenos historiadores, y no como se da mucho en la actualidad-, es parte indisoluble para comprender nuestro folklore. Es más, el Folklore forma parte de la Historia y degradar o distorsionar cualesquiera de ellas o ambas, es negar y hacer desaparecer de la mente de los pueblos sus verdaderos orígenes, consecuencias, y por ende aceptar formas y costumbres que no sólo son nefastas sino que colaboran para una involución cultural de los pueblos.
Reflexionar y analizar sobre este tema; hacerlo bien, resultaría una excelente forma de aumentar nuestra cultura.

Comentarios

Entradas populares